“¡Queremos un mundo donde quepamos todos!”, advierte la frase que acompaña a todos los muñecos de Vasalisa, creados por la argentina Gabriela Cavallone. Estos juguetes de tela tienen el pelo de muchos colores (amarillo, rosado, lila, rojo), pero, además de esto, tienen otra particularidad: son muñecos que le apuestan a la diversidad. Por ejemplo, hay muñecos como Juana, con gafas, que pese a su baja visión, es una amante de las palabras; como Morena, que vive cerca al mar; también como Emilia y Santiago, que tienen síndrome de down; y como Valentín, el chico que ama las actividades al aire libre y el tenis pese a movilizarse gracias a una silla de ruedas. Estos son algunos de los nueve personajes que tienen el sello de la diversidad, el sello Vasalisa.
Gabriela Cavallone es actriz, vestuarista y diseñadora. Todo empezó en 2008 cuando leyó el libro Mujeres que corren con los lobos y se encontró con el personaje de una muñeca llamada Vasalisa. Le gustó tanto que decidió traerla a su realidad a través de una muñeca de tela; a punta de aguja e hilo le dio vida a este personaje. Meses después de crear a Vasalisa decidió hacerle un muñeco a su hijo, Yaco, a quien le encantaba jugar con estos objetos que representaban a los seres humanos –en los supermercados solo había animales y superhéroes. Con el tiempo surgieron más y más muñecos, la mayoría inspirados en anécdotas y en personas cercanas a su entorno, como la Morena, inspirada en la historia de un amigo que vivía en Brasil, que tiene el color de piel oscuro y disfruta de la playa … o como Emilia, inspirada en la hija de una de sus mejores amigas, que nació con síndrome de down.
Luego de que Vasalisa intuitivamente empezara a hablar de la diferencia, primero con el muñeco para niños varones, luego con las muñecas con lentes, y después con la Morena, era justo que Emilia, la hija de su amiga, se convirtiera en una de las muñecas: ella representaría a todos los niños con síndrome de down. Gabriela tardó un año en fabricar esta muñeca y en medio de la investigación encontró que su proyecto tenía sintonía con Toy Like Me, iniciativa creada por unas madres británicas que se movilizaron para pedirles a las compañías jugueteras que crearan productos que contemplaran la diversidad.
«La propuesta es hablar de diversidad, de los temas que están escondidos, acallados y silenciados, que están presentes en la realidad pero que no son temas de conversación», dice Gabriela.
Los muñecos de Vasalisa son, como asegura Gabriela, juguetes que generan reflexión y conversación. “Siempre tuve claro que no quería asociar Vasalisa con herramientas terapéuticas; si bien mis juguetes son valorados por psicopedagogos, psicólogos y docentes me preocupé por trabajar en una marca de juguetes como objetos lúdicos; quería verlos en las jugueterías, acercar el tema de la diversidad a las personas que no les toca directamente”.
En total son nueve personajes que vienen en cuatro versiones: pepona, títere, muñeco y chibi (de bolsillo); cada uno tiene su respectiva historia. Adicionalmente vienen en camino otros dos personajes: uno con hipoacusia (o disminución auditiva) y otro en situación de adopción.
Para cada personaje Gabriela hace una investigación: “En la construcción de Valentín fue tremendo darnos cuenta que la ciudad no estaba pensada para personas con discapacidad. Pienso que entre esos niños que juegan y se acercan a Vasalisa puede haber un futuro arquitecto, ingeniero o diseñador que piense el futuro en macro e incorpore las diferencias como cualidades. Pienso que los muñecos puedan enriquecer el quehacer de cualquier persona en el futuro para que sean personas que más adelante aporten desde su lugar o profesión, e incluso desde su visión más amplia de la cuestión de género y del cuidado por el otro y la conciencia sobre sus derechos”.
Como cuenta Gabriela lo primero que sucede con las personas en situación de discapacidad cuando se encuentran con sus juguetes es que se ven reflejados en los muñecos y se lo agradecen y eso, en sus palabras, refleja una ausencia de representación. “El juguete lo que hace es que estas familias se sientan valoradas, ellos perciben que hay alguien que los está viendo y los reconoce”, concluye.
Aunque en un principio Gabriela hablaba de inclusión, ahora sostiene que su reflexión se acerca más a la convivencia y al desarrollo de la empatía: “La inclusión se basa en una relación de poder, yo te incluyo porque tengo el poder de incluirte y tú estás afuera. En realidad nadie tiene que incluir a nadie, hay que pensar en incluirnos todos”.
La diversidad, como explica, proviene de dos palabras latinas que significan cambiar de rumbo y diversión. La palabra proviene del latín diversitas y está relacionada con algunas prácticas que hacían los pueblos antiguos cuando dejaban sus tareas cotidianas y se dedicaban a hacer algo que les divirtiera (como la poesía, la música o el juego). Por eso Valissa es diversidad, es cambio de perspectiva y diversión.
“Como humanidad necesitamos desarrollar la empatía, enterarnos de que existen otras personas que viven diferente, que tienen otros puntos de vista… Esa es la convivencia que necesitamos”.
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