Las cualidades sonoras del lenguaje son ricas e infinitas, su exploración les permite a los niños apropiarse de su lengua, de la comprensión de los múltiples significados, de los ritmos, entonaciones, cadencias y recursos como las onomatopeyas, que en el transcurso de la vida se van ampliando. A continuación se sugieren tres experiencias de lectura enfocadas hacia la experimentación de la sonoridad del lenguaje.
¡Ñam!, de Peter Schössow
Sinopsis: Un hambriento dinosaurio quiere comerse entera la ciudad ¿será que un malestar estomacal lo detendrá?
Experiencia sugerida: Pongan a disposición de los niños elementos sonoros e invítenlos a componer un fondo sonoro para la historia “¡Ñam!”, de Peter Schössow, cuyo potencial sonoro son los sonidos corporales. ¡Sean creativos!
¡Ronquidos!, de Michael Rosen
Sinopsis: En la granja nadie puede dormir. Ronquido, el perrito, no para de hacer ruido; todos utilizarán sus mejores tácticas para despertarlo. Ojalá y lo consigan.
Experiencia sugerida: Pongan a disposición de los niños elementos sonoros y propónganles componer un fondo sonoro para la historia ¡Ronquidos!, de Michael Rosen, cuyo potencial sonoro son los sonidos corporales y animales.
Vamos a cazar un oso, de Michael Rosen y Helen Oxenbury
Sinopsis: Aquí nadie es un miedoso. Nada se interpondrá para cazar ese oso. Ni la tormenta, ni el bosque, ni el barro, ni el río, ni el campo.
Experiencia sugerida: Como en el libro anterior, la idea es componer un fondo sonoro o musical para acompañar la lectura de Vamos a cazar un oso de Michael Rosen y Helen Oxenbury, cuyo potencial sonoro son los sonidos del entorno natural.
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