Por: Nibeth Adriana Duarte – Periodista digital de MaguaRED
Hace un año, en 2016, Maguaré visitó la biblioteca Municipal Amadeo Rodríguez de La Calera, Cundinamarca, en donde se realizó la inauguración de la sala infantil “leyendo con Maguaré”. Una sala que convirtió a Maguaré en la principal herramienta de lectura en pañales, reporteros en la biblio y de los talleres vacacionales de esta y otras dos bibliotecas ubicadas en las zonas rurales como Márquez y de Frailejonal. Por tal motivo, unos meses atrás recibimos la invitación de Luz Dary Avellaneda, coordinadora de la red de bibliotecas de La calera para que visitáramos la biblioteca municipal y sus sedes y viéramos cómo los niños se habían apropiado de los contenidos y usado para su desarrollo y creatividad.
Una invitación que, por supuesto aceptamos y, en compañía de Mario Cubillos, nuestro productor,tomamos un bus sobre la 72 con 14 y empezamos el ascenso a este lugar a tan solo 26,6 km y más o menos una hora de recorrido. Pasamos a los ciclistas que todos los días se dan cita en la subida a Patios y nos fuimos despidiendo de la ciudad en los miradores que nos regalaban una vista panorámica de la explayada ciudad. Unos kilómetros más adelante, el paisaje comenzaba a cambiar, el verde volvía a sobresalir y a resaltar pequeñas y otras grandes y exageradas casas en medio de las montañas. Llegamos a la plaza central de La calera y allí nos encontramos con Luz Dary quien emocionada empezó a contarnos de su experiencia como promotora de lectura y del impacto que había tenido Maguaré en la vida de los niños.
Nuestra primera parada era en la Biblioteca Amadeo Rodríguez – sede Márquez, ubicada a más o menos media hora de la plaza central y en medio de las montañas que parecen compuestas por varios retazos en distintas tonalidades de verde. Después de media hora de recorrido, en que tomamos la vía principal de La Calera y pasamos fincas, viviendas y algunas franjas de extensos terrenos con ganado, pasamos a la vía “destapada” y la confianza entre el conductor y los habitantes de la vereda se hizo evidente en cada saludo, desde otros vehículos o desde la orilla del camino, por donde pasaban los vecinos arriando sus animales.
A nuestra llegada, un nutrido grupo compuesto por niños impacientes de dos a cinco años de edad nos esperaba en compañía de la bibliotecaria y su maestra para dar inicio a nuestra actividad “La pijamada de Saimiri”. Todos vestían sus pijamas más abrigadas y nos esperaban al lado de las almohadas que hacen parte del mobiliario de esta biblioteca.
Las paredes estaban decoradas con los personajes de Maguaré, los niños los habían coloreado. Y todos conocían perfectamente a Samiri, ese monito que cuelga en la parte central del techo de esta sala ubicada en Márquez. Después de una calurosa y emocionante bienvenida, iniciamos un viaje por Colombia en compañía de animales nativos como el chigüiro, el olingo, el armadillo y la iguana, entre otros que hacen parte del universo Maguaré.
Noris Ortiz, la bibliotecaria de la vereda Márquez, nos hizo un relato muy elaborado de las actividades que llevan a cabo con Maguaré: navegan los cuentos en formato digital, aprenden cantos y arrullos, usan el portal para facilitar el aprendizaje de los niños sobre la naturaleza, la literatura, los instrumentos autóctonos como el tambor maguaré y, por supuesto, dedican tiempo a los juegos.
Los niños de esta vereda son grandes seguidores de Guillermina y Candelario y se saben de memoria muchas de las adivinanzas.
Hemos sido testigos de una experiencia muy valiosa, que le da sentido a nuestro trabajo. Nos despedimos emocionados y agradecidos por ver la forma en que se da uso a los contenidos de Maguaré en la Márquez y nos encaminamos a la vereda Frailejonal.
Esta sede de la biblioteca está ubicada al lado de la escuela de la vereda y allí los asistentes a la actividad estaban acompañados por sus mamás e incluso nos acompañó una bebé de brazos. Allí descubrimos más dibujos de los niños en las paredes con contenidos de Ana pirata, Camusi camusi y todos los personajes del portal que también adornaban las paredes de la sala infantil. En esta vereda, son frecuentes los problemas de conectividad, por eso se recurre al uso de materiales pregrabados con algunos contenidos del portal.
Los niños quisieron comenzar con las adivinanzas, una actividad en la que son muy buenos. Fuimos aumentando el nivel hasta terminarlas todas y llegar a las canciones. Luego, en voz alta les compartí uno de nuestros #CuentosDerechos, el de Silvia una pequeña chimpancé, inteligente y hábil, que se dio a la tarea de descubrir el mundo de los humanos en compañía de dos monos de su edad. Los niños quedaron impactados con las semejanzas entre los monos y los humanos y se dieron a la tarea de dibujar a Silvia y compartir con sus familiares sus impresiones sobre la historia.
Aprovechando el espacio Ingrid Ardila, la bibliotecaria de esta sede, nos contó que es un lugar que disfrutan desde los niños más pequeños hasta los adultos mayores. Ofrece talleres de danza, plástica y por supuesto lectura, así como actividades de alfabetización digital para adultos mayores y hora del cuento para todas las edades.
Para Ingrid la importancia de este portal es que es el único en su especie, “podemos estar tranquilos, sabemos que acceden a la página y no encuentran nada peligroso. A grandes y chicos nos gusta.”
“Este tipo de actividades les permite a nuestros niños desarrollar más habilidades y destrezas. Yo le leo muchos cuentos a Nicolás, es por eso que él tiene muchas más habilidades y habla bastante y siempre me cuenta lo que pasa en el cuento. La biblioteca nos brinda una oportunidad para compartir con nuestros hijos estos espacios”, nos contó Jazmín López, una mamá que nos acompañó durante toda la actividad y antes de irnos, su hijo Nicolás Santiago no se aguantó las ganas de contarnos el capítulo que más le gustó de Ana pirata.
Luego de despedirnos, bajamos a la biblioteca Amadeo Rodríguez, ubicada muy cerca de la plaza central de La Calera y allí repetimos la actividad esta vez en compañía de la bibliotecaria Viviana Trujillo Castañeda, quien nos contó que desde que se inauguró la sala Maguaré, han realizado actividades como “canta con Maguaré” o “explora las adivinanzas de Maguaré”.
Mario y yo dejamos La Calera y regresamos a Bogotá con las sonrisas de los niños como estímulo para seguir trabajando, con el recuerdo de sus piyamas más abrigadas y con la seguridad de que, en las bibliotecas de ese municipio de Cundinamarca, van a seguir disfrutando por mucho tiempo de los contenidos de calidad pensados y escogidos para ellos en Maguaré.
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