Durante marzo, en homenaje al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, invitamos a toda nuestra comunidad a compartir los perfiles de #MujeresQueInspiran; colombianas que han dedicado gran parte de su vida y trabajo al cuidado integral de la primera infancia.
[foogallery id=»14354″]Recursos primera infancia
Cuidado integral para la infancia y para el desarrollo humano
El desarrollo humano en la sociedad debe crear condiciones en las cuales las personas, tanto individual como colectivamente, logran el abastecimiento de todos los elementos materiales vitales: salud, alimentación, hogar, educación, cuidado y, claro, cultura. En ese margen, en ese propósito de desarrollo humano, una de las etapas más importantes y vitales –sin querer ser repetitivos– es la primera infancia: de 0 a 5 años.
Lo anterior es el centro y el punto de partida de la investigación Infantia. Prácticas de cuidado en la primera infancia, desarrollado por investigadores de la Universidad del Norte y ganadora del Premio Marta Arango Montoya a la Investigación en la Primera Infancia.
Esta investigación recoge y analiza, a lo largo de sus tres capítulos, las prácticas de cuidado de las familias del sur del Atlántico y propone estrategias de intervención basadas en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para crear impactos positivos en la la infancia; lo anterior con base en el cuidado y la perspectiva de los derechos de los niños. En ese sentido, los investigadores abordan el tema a través de un enfoque multidimensional –integral–, que une todos los conjuntos sociales –vida privada (familia), vida pública (escuela, comunidad, pares) y vida íntima (sentimientos y pensamientos), para una respuesta efectiva. Esta perspectiva permite ampliar el rango de acción e implementar una estrategia de prácticas que vincula a todos los actores y sectores de la sociedad –no solo la familia: esa idea, precisamente, es el punto de partida de la Estrategia Nacional de Atención Integral de la Primera Infancia, De Cero a Siempre.
«El presente proyecto pretende unir esfuerzos con otras instituciones con el fin de generar conocimiento científico que aporte herramientas y estrategias de impacto para la protección de la infancia», dice uno de los apartes del texto.
Y aunque los resultados cualitativos y cuantitativos de la investigación se enfocan en las prácticas del cuidado en la zona sur del Atlántico, su análisis es valioso porque permite contrastar y aplicar alternativas para la implementación de estrategias integrales en pro del cuidado de la primera infancia.
Lea aquí el documento completo en línea.
Yo me Comprometo – Internet Seguro
A propósito del Día mundial del Internet más Seguro, en febrero, realizamos una actividad que incentivó a toda la comunidad para hacer mejor uso de la web. A lo largo del mes socializamos buenas prácticas y herramientas para que tanto niños como adultos puedan tomar mejores decisiones a la hora de navegar el “mundo virtual”.
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Internet: aprovechar lo bueno y limitar el daño
Internet es un universo con muchas caras: caras amables que potencian la creatividad, la imaginación y la curiosidad; caras seguras que ayudan a construir criterios; caras tranquilas que tienen consejos, información y tips que hacen la vida «más fácil»; caras malvadas que se aprovechan de los descuidos del otro; caras tristes que esconden sus frustraciones en horas y horas de correspondencia digital; caras mezquinas que hacen daño. El Internet es un universo del que también hacen parte los niños y, por ende, ellos son actores activos de esa interacción –inevitablemente. La anterior idea, precisamente, es el punto de partido del Informe Mundial de la Infancia, de UNICEF, de 2017.
«Internet refleja y amplifica lo mejor y lo peor de la naturaleza humana», escribe Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF.
En ese sentido, el documento examina las oportunidades que abre Internet en la infancia, también examina cómo los afecta y cómo abre divisiones económicas, culturales, sociales y políticas entre unos y otros: en sus futuros, en sus perspectivas de vida, en las oportunidades de sus entornos sociales. Para lograr lo anterior, el Informe Mundial de la Infancia se vale de datos existentes y nuevos que analizan la vida de los niños en el mundo digital: analizan pruebas, debaten problemas, exploran algunas de las controversias y proponen recomendaciones, principios y acciones para minimizar los riesgos y para aprovechar las oportunidades que la herramienta ofrece.
El informe se divide en cinco capítulos. El primero desarrolla las potencialidades de Internet: la educación, el cambio social, la visibilidad, la acción humanitaria. El segundo examina la otra cara: la brecha digital –por ejemplo, 3 de cada 5 jóvenes africanos están «desconectados», mientras que en Europa tan sólo 1 de cada 25 niños está «desconectado». El tercer y cuarto capítulo analiza los peligros digitales a los que están inmersos los niños: el ciberacoso, el abuso y la explotación sexual, la falta de privacidad, y la otra cara: la dependencia digital y las consecuencias cognitivas. Finalmente, el capítulo cinco propone seis puntos de acción prioritaria para guiar la formulación de políticas y acciones prácticas en la esfera digital. Precisamente este último punto es uno de los aportes más valiosos del documento: es prescindible que los niños sean parte activa de la construcción de potencialidades en Internet: no basta con la participación y apoyo de los gobiernos, las organizaciones internacionales, la sociedad civil, las comunidades, el sector privado y las familias.
El mensaje es claro: aprovechar lo bueno y limitar el daño.
Lea aquí el documento completo en línea.
#CuentosDerechos 12: Niños y niñas tienen derecho al juego y el arte
La actividad #CuentosDerechos es una invitación de nuestro proyecto para que las familias (y todas las personas que trabajan en entornos educativos y culturales para primera infancia) compartan con los niños y niñas conversaciones sobre sus derechos que se sugieran a través de las expresiones artísticas. Cada derecho, de 12 que entregaremos en total, incluye un cuento que sugerimos contarles mientras ellos dibujan lo que piensan y sienten. A quienes participen según nuestros términos y condiciones les enviaremos un libro de regalo y otros detalles especiales para algunos seleccionados que entreguen experiencias valiosas, testimonios del proceso y nuevas ideas.
Los niños y las niñas tienen derecho al juego y el arte
Es importante que puedan disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación, a su desarrollo. La sociedad y las autoridades públicas deben esforzarse por promover el goce de este derecho y así mismo los cuidadores que acompañan al infante en sus procesos.
Para hablarles a todos los niños y niñas, de este y otros temas, es recomendable considerar sus lenguajes, sus tiempos e intereses. Por eso les recomendamos hacerlo a través del arte y la literatura. Abajo les dejamos el cuento que sugerimos contarles mientras ellos dibujan, para abordar el derecho al respeto de su cultura.
Manolo fue el único sobreviviente de la docena de huevos que su madre puso en esa isla en la que habían pasado varios años sin que alguien como él alcanzara una edad como la suya. Era un niño como todos y, aunque lo hacía despacio, disfrutaba de caminar entre los charcos, acelerar el paso en las pendientes, empujar piedras y verlas rodar mientras los demás comían y se acostaban a tomar el sol para calentarse. Empezó a vivir su vida en medio de una colonia compuesta por unas 12 tortugas de gran tamaño y costumbres tan antiguas como sus pesados cuerpos. Pertenecía a una especie que es conocida en el mundo entero porque algunos de sus parientes llegaron a vivir más de 150 años y hasta se rumora que uno de sus tatarabuelos creció tanto que medía casi dos metros. Manolo estaba orgulloso de ser una de estas tortugas, de su hermoso caparazón marrón, de sus anchas patas negras cubiertas de escamas y de todo lo que había aprendido a hacer con su largo cuello que tanto le había servido para probar todo tipo de plantas.
Ser galápago era un orgullo, claro que sí, pero ser el único niño en medio de tantas tortugas ancianas era muy aburrido. Y aunque es verdad que las tortugas se mueven muy poco y lo hacen lentamente, a Manolo no le parecía que eso fuera excusa para tener que pasarse la vida durmiendo y comiendo únicamente. Manolo se inventaba formas para matar su aburrimiento: daba pequeños saltos sobre las hojas secas de la parte baja de la isla y disfrutaba del sonido que hacían al crujir, usaba sus gruesas patas para hundirlas en el fango, dejar huellas en la arena y contemplar los dibujos que su cuerpo dejaba en el suelo después de caminar un rato y a veces también acomodaba palitos y hojas sobre las rocas hasta dar forma a sus propias versiones a escala de las montañas. Le hubiera gustado que alguien más hiciera cosas parecidas, pero todas las tortugas que lo rodeaban habían olvidado hace mucho tiempo que a veces es posible hacer cosas por el puro placer de hacerlas, que no todo en esta vida son asuntos digestivos y que, a veces, hasta se pueden dejar cosas lindas en el mundo después de divertirse un rato.
Y lo peor no era tener que jugar solo, lo más grave era que los más viejos del grupo habían empezado a molestarse con tanto movimiento y lo habían regañado un par de veces. Para Manolo jugar era muy importante y por eso empleaba buena parte de su tiempo tratando de meterse en troncos huecos, pequeñas cuevas y hasta había intentado agregarle a un caparazón adornos hechos con fragmentos de la basura de los humanos que visitaban la isla. Pero ninguno de sus parientes quería acompañarlo, estaban demasiado cansados, eran demasiado rígidos, se habían acostumbrado a las normas que se habían establecido hace siglos. Manolo descubrió que podía jugar a ser como las tortugas adultas y, a fuerza de observarlas, se hizo experto en imitar el lentísimo parpadeo del más viejo, la cojera de la más alta, la sonrisa chueca de la más plana, la cara de angustia de la más gorda y lenta de todas y se divertía muchísimo jugando a ser como cada uno de ellos mientras los demás hacían la siesta.
Hasta que un buen día olvidó que los demás dormían y en su esfuerzo por encontrar la forma de reproducir la voz de la más regañona de todas sus tías despertó al anciano de 85 años, que abrió su ojo muuuuy despaaaciooo, giró su cabeza para ver de dónde venía ese ruido infernal y, cuando encontró la fuente del sonido, no pudo evitar reírse al ver la perfección que había alcanzado Manolo en su imitación de la tía furiosa. Las carcajadas del viejo despertaron a los demás y aunque a su tía no le hizo mucha gracia, sí se divirtió como nunca en su vida cuando Manolo actúo como la más nerviosa y se escondió en su caparazón mientras temblaba tal como ella lo hacía cuando escuchaba pasos o graznidos. Esas doce tortugas pasaron despiertas una tarde fabulosa en la que les quedó bien claro cómo los veía Manolo y desde entonces los juegos y ocurrencias de Manolo y todas las crías que le sucedieron son muy bienvenidos y llenan de alegría sus vidas.
#CuentosDerechos 11: Niños y niñas tienen derecho a la educación
La actividad #CuentosDerechos es una invitación de nuestro proyecto para que las familias (y todas las personas que trabajan en entornos educativos y culturales para primera infancia) compartan con los niños y niñas conversaciones sobre sus derechos que se sugieran a través de las expresiones artísticas. Cada derecho, de 12 que entregaremos en total, incluye un cuento que sugerimos contarles mientras ellos dibujan lo que piensan y sienten. A quienes participen según nuestros términos y condiciones les enviaremos un libro de regalo y otros detalles especiales para algunos seleccionados que entreguen experiencias valiosas, testimonios del proceso y nuevas ideas.
Los niños y las niñas tienen derecho a la educación
El niño tiene derecho a recibir educación, que sea gratuita y obligatoria, por lo menos en las etapas elementales. Se dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad. El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe, en primer término a sus padres.
Para hablarles a todos los niños y niñas, de este y otros temas, es recomendable considerar sus lenguajes, sus tiempos e intereses. Por eso les recomendamos hacerlo a través del arte y la literatura. Abajo les dejamos el cuento que sugerimos contarles mientras ellos dibujan, para abordar el derecho al respeto de su cultura.
Ágata jugaba sola en medio de un pastizal que resultaba tan grande como cuatro canchas de fútbol para alguien de su tamaño. Haciendo grandes esfuerzos, empujaba hacia los lados las hojitas de pasto que se atravesaban en su camino y experimentaba con esa sustancia viscosa y prodigiosa que seguía saliendo de su abdomen, la misma con la que sus parientes tejían una y otra vez las telas que habían aprendido a hacer viendo a otras arañas trabajar. Ágata había recibido muchos regaños en su corta vida porque se divertía enredando hilos entre el pasto o las ramas bajas de las plantas y comprobando su flexibilidad con una de sus ocho patas, estirándolos hasta sentir que reventaban o colgándoles piedritas de diferentes tamaños para confirmar cuánto peso soportaban.
Ágata se movía sola por el mundo, como todas las arañas, pero a diferencia de la mayoría de las primas y amigas de su edad, se aburría haciendo la misma tela una y otra vez. Las arañas mayores de ese pastizal, que estaban convencidas de que en el mundo solo existía su forma particular de hacer telarañas, la miraban con recelo y alguna se atrevió a pronosticarle una vida llena de dificultades por ser tan curiosa y no controlar esa absurda necesidad de salirse de lo común. Las arañas de este pastizal habían hecho toda su vida sus telas en forma circular, en posición vertical, con muchos hilos que parten del centro atravesados por otros que se encargan de darles soporte, pero Ágata sospechaba que había otras maneras de crearlas y aunque pasaba buena parte de sus días experimentando, no había logrado crear una que fuera siquiera la mitad de resistente comparada con las de sus tías y abuelas.
Un buen día, cuando fue en busca de uno de sus antiguos experimentos para analizar en qué había fallado, se encontró con una araña diferente de todas las que había visto. Aterrada y furiosa quiso abalanzarse sobre ella para defender su territorio. Pero se contuvo cuando vio que esa otra araña, bastante mayor que ella, estiraba con una de sus patas los hilos de su experimento y lanzaba piedritas hacia su centro. Ágata avanzó, haciendo ruido con sus patas para dejar claro que ahí estaba. La intrusa giró su cabeza y le preguntó si conocía a quien quiera que hubiera creado esta interesante tela. Un poco apenada, Ágata reconoció que gastó un par de días tejiéndola y fue entonces cuando esta araña venida de lejos se entusiasmó, caminó rápidamente hacia Ágata y le hizo un par de preguntas sobre la seda de los arácnidos. Ágata estaba fascinada, hasta entonces nadie le había dicho siquiera cuál era el nombre de esto que a ella le parecía increíble que saliera de su panza y había vivido toda su corta vida convencida de que las arañas de esta pradera eran las únicas que existían. Su nueva amiga le habló durante horas sobre esa gran familia de miles de especies de seres de ocho patas y cuando ella le pidió que le enseñara un poco de lo que sabía, la araña venida de lejos se mostró complacida. A su lado aprendió que las telarañas pueden forrar madrigueras, que se pueden tejer en zig-zag, en espiral o del centro hacia afuera, que pueden tener forma de embudo o de hoja, que se pueden estirar muchísimo antes de romperse y que la seda que producen todos sus parientes es uno de los materiales más resistentes de la tierra. Aprendió de su maestra a usar su propio cuerpo para tomar medidas antes de construir sus telas, a caminar sobre sus creaciones a medida que las iba tejiendo y a combinar hilos pegajosos con otros que no lo son tanto para capturar mejor a sus presas.
Gracias a todo lo que aprendió, Ágata mejoró el diseño tradicional de las telas de sus parientes, las hizo más resistentes, eficientes y poderosas. Cuando las viejas arañas de su pradera comprobaron con sus ocho ojos que los estudios y experimentos de Ágata habían valido la pena, adoptaron sus técnicas y desde entonces todas disfrutan de más tiempo libre y mejor comida en un pastizal en el que todas las arañas pueden estudiar, experimentar y aprender cosas nuevas cuando quieran.