Las palabras tienen el poder de crear, representar y expresar. No hay límite ni cosa que no puedan lograr. Invitan a soñar, sentir y cuestionar mientras despiertan la curiosidad. Por eso la lectura que está llena de palabras y entonaciones abre el paso a la exploración, a la creación y también al movimiento. En este caso encontrarán dos experiencias de lectura enfocadas a promover la imaginación y la creatividad a través de la corporalidad.
¡Voy a jugar!, de Edurne Lacunza
Sinopsis: Tatú el armadillo ha decidido pasar desapercibido convirtiéndose en una pelota. ¿Será que alguno de sus amigos lo descubre?
Experiencia sugerida: A partir de la lectura de ¡Voy a jugar!, de Edurne Lacunza, desarrollen juegos corporales que inviten a los niños a emplear su cuerpo para crear a través del movimiento. Por ejemplo, una buena alternativa sería animar a los niños a convertirse en toda clase de objetos al asumir diferentes posturas o por qué no imitar al armadillo convirtiéndose en pelota.
Érase una vez un espacio, de Marta Carrasco
Sinopsis: Los señores amarillos y azules luchan por un espacio. Lo agrandan, lo encogen, lo estiran y lo vuelven a reducir. Esperemos que algún día lo aprendan a compartir.
Experiencia sugerida: A partir de la lectura Érase una vez un espacio, de Marta Carrasco, desarrollen juegos corporales que inviten a los niños a emplear su cuerpo para crear a través del movimiento. Por ejemplo, una buena alternativa sería proponer a los niños que se organicen en grupos y configuren con sus cuerpos una forma con la menor cantidad posible de espacios vacíos.