Leer es mi cuento

 

[author] [author_info]Por: Olga Lucia Olaya Parra. Licenciada en Bellas Artes, especialista en historia y teoría del arte, especialista en crítica del arte, magíster en Educación con estudios doctorales en Ciencias de Arte. Asesora, consultora y conferencista internacional en el campo de la educación artística desde 1985. Docente universitaria, investigadora que ha liderado procesos para formación de docentes y artistas, con universidades y procesos de formación artística en diferentes áreas artísticas. Fotografías: Gabriela Carvajal Olaya.[/author_info] [/author]

 

 

Yolanda Reyes en su texto Yo no leo, alguien me lee… me descifra y escribe en mí (Conaculta, México. 2003), reconoce como primera etapa de formación lectora aquella en que el niño no lee, sino que otros le leen y se extiende desde su nacimiento hasta el inicio de lectura alfabética. Las palabras y las imágenes se convierten en potenciadores reales de comunicación expandida en la primera infancia, donde acompañamos en la búsqueda de intereses, deseos, y momentos amorosos plenos de sentido. En compañía de autores como Hervé Tullet, la magia y la imaginación se encuentran.

Abordar la lectura de imágenes desde la primera infancia es muy natural en nuestros niños y niñas. Gracias a las experiencias con niños, artistas y maestros he podido observar cómo nos entusiasma la abundante obra de Hervé Tullet. Él es un artista que conecta el mundo infantil desde la expresión plástica y visual, e indaga constantemente sobre los procesos de exploración creadora, la empatía, la sencillez y el juego en complicidad, con una especial y particular manera de editar aventuras en forma de libro, pero de libros nada convencionales.

Hay libros de Tullet cuya premisa de creación gráfica es propiciar una experiencia que potencie la imaginación. Libros con imágenes e ilustraciones de exquisita factura plástica, con personajes y relatos que nos invitan a soñar otras realidades, a conocer muchos mundos posibles.

Paco Abril en La Literatura infantil desde antes de la cuna (Conaculta, México. 2003) nos decía que “nadie escucha con mayor interés que un niño o una niña que está oyendo un cuento que le fascina. Podemos afirmar que lo hace con los cinco sentidos”. Nos recordaba Abril también un mensaje de Paul Auster, quien dice que si los seres humanos no pudieran soñar por las noches se volverían locos. Del mismo modo, si a un niño no se le permite entrar en el mundo de lo imaginario, nunca llegará a asumir la realidad. La necesidad de relatos de un niño es tan fundamental como su necesidad de comida y se manifiesta de la misma manera que el hambre.

Yo agregaría a lo expuesto por Abril y Auster la necesidad natural y real del juego en la vida de nuestros niños. Hacer confluir juego, relato visual y lectura de imagen con una píldora de complicidad entre el niño, el adulto y el autor, es constituir un acontecimiento especial donde niños y niñas generan un pacto relacional y amoroso a partir de libros físicos que potencian la interacción y la participación. El  libro se convierte entonces en un juguete que vincula lenguajes expresivos en el niño en compañía del adulto desde el movimiento, la sorpresa y la magia. Por eso mi especial afirmación de que el concepto gráfico de Tullet es poco convencional.

Los libros se pueden presentar, representar, construir, pero además se transforman en provocadores dispositivos materiales hacia la expresión plástica.

 

 

En esta ocasión quiero compartir un encuentro con algunos de sus libros. En ellos suceden cosas especiales. Por una parte, te encuentras con un libro juguete, pero ¿qué sería un libro juguete? Yo pienso que es un libro cómplice, un libro que te hace necesario estar con otro. Sí, ¡suena extraño! Son libros que establecen una importante premisa: cautivar un lector de imágenes menor de 4 años y propiciar juegos que impliquen interacciones, lean instrucciones o creen unas nuevas a partir de las provocaciones visuales; que mezclen movimiento y picardía con textos y contextos.

Se completa la magia cuando somos dos los que leemos. A veces la experiencia de leer es íntima y en soledad, o por lo menos así era en mi caso antes de conocer a Hervé Tullet. Estos libros son de experiencia compartida con un compañero de lectura.

En el encuentro con sus libros la premisa es la interacción, que puede darse a partir de imágenes sin texto, o de textos llenos de preguntas, o de relatos cortos construidos por el autor para que sus lectores jueguen con el libro, y algunos otros elementos que se suman a la experiencia: luz de sol, proyectores, lámparas, ojos, manos, objetos.

 

 

Una experiencia de lectura

 

Los niños menores de 4 años encuentran compañeros de lectura, por ejemplo un hermano mayor-lector con su hermano menor, ¡tremenda pareja! Otra la pueden conformar un adulto como papá,  mamá o el abuelo, con sus hijos o nietos, ¡momento especial en familia! También pueden ser los niños y sus maestros o promotores de lectura en un aula de clase, en una biblioteca, en el parque. Luego de armar esas parejas se acompañan en un diálogo, que usualmente comienza por leer instrucciones en la pasta final de cada libro.

Cuando te encuentras ahí, Hervé Tullet te provoca y anima como lector adulto o hermano lector, a hacer lectura de la voz del autor, y te anima página a página a transitar por mezclas de colores por descubrir; o a crear personajes de especial empatía, pues se parecen a los dibujos y formas que los niños menores de 4 años hacen y por esa razón capturamos su atención con misteriosa sencillez.

 

 

Casi siempre después de vivir la lectura, nos dan muchas ganas de pintar y logramos hacer un espacio de relación y expresión. En algunos libros me he encontrado relatos gastronómicos, del circo, de la familia, de las estrellas, de los animales, recorridos por el campo y la naturaleza; experiencia de colores al vivir el día y la noche.

Entras al mundo de hacer y ver, o de ver y hacer…mirada transformada en títeres de dedo, juegos infinitos con proyección de sombras y estructuras troqueladas que me invitan de manera abierta a construir, a tocar, y a transitar por superficies gráficas con texturas.

Cada libro es una verdadera iniciación con el mundo del artista plástico, comparte su fascinación por la forma y la creación de nuevas mezclas de color; nuevas sombras, nuevos personajes, a veces hasta inventamos animales, después de leer tan especial provocación.

En el encuentro con la obra de Hervé Tullet los colores son invitados de honor a la exploración gráfica desde los primeros años, desde la primera huella empiezan nuestros dedos a sentirse como instrumento expresivo para pintar, y de allí la aventura con el pigmento en superficie.

Pero aún no les he hablado de los poderes interactivos que tienen sus libros: invita a tocar el libro, a oprimir un punto de color para que se multiplique, se ordene o se desordene el espacio. Hay libros que giras, sacudes y suceden experiencias visuales de color, de textura, de luz. ¿No te suena a magia revelada?

Estos libros de Hervé Tullet vienen de maravilla a la primera infancia, convierten la complicidad del juego en espacios para construir realmente opciones que potencian la percepción, la secuencia, el suceso del día a día, la curiosidad y la provocativa posibilidad de llegar a la expresión plástica al colorear, pintar, dibujar, esculpir, construir, como expresión personal para estar en compañía, haciendo acontecimientos y momentos de juego inspiradores.