María del Sol Peralta escribe, canta, compone música y canciones, es profe, lee cuentos en sus obras, interpreta personajes, edita libros, dirige proyectos escénicos, cocina rico y es mamá de dos chicos. María se levanta cuando se despierta el sol y se va a dormir tarde porque, con seguridad, está grabando su siguiente estreno musical. En medio de todo este agite fue muy generosa y nos concedió esta cálida entrevista a propósito del estreno del último álbum que hace parte de la Colección María del Sol música y libros para la familia que tenemos disponible en Maguaré: Así me lo contaron a mí y así te lo canto a ti.
¿Cómo fue tu infancia y cómo esas vivencias han influido en la música que haces?
Mi infancia fue muy divertida y libre. Yo nací en Maracaibo, Venezuela. Ahí vivimos hasta cuando yo cumplí los cuatro años. Mi papá trabajaba en la petroquímica y fuimos muy afortunados porque mi mamá estaba todo el tiempo con nosotros. Ella se reunía con otras señoras y cocinaban para todos, hacían fiestas, íbamos a la piscina. Cuando salíamos a la playa yo siempre andaba con un balde y una pala y cavaba y cavaba, y siempre estaba esperando encontrar el diablo (Risas)… Debido a la cercanía con la zona petrolera hay un punto en la tierra, cuando uno escarba, en donde se pone muy roja y, para mí, era el camino para encontrar el diablo… pero nunca lo encontraba (Más risas).
Después nos fuimos a Estados Unidos y mis padres se dedicaron a estudiar. Vivíamos en un conjunto cerrado universitario: no había niñeras, nos “autocuidábamos”. ¡Fue la infancia más libre del universo! Nos decían “¡No se pueden ir al río!”, y, claro, allá nos íbamos a escondidas; el río era peligroso, caudaloso, enorme, lleno de piedras. También nos advertían “¡No se pueden pasar la avenida!’”, pero, claro, nos íbamos al ferrocarril para comer zarzamoras que había por la zona. Para nosotros lo realmente peligroso eran las enormes hormigas con las que nos encontrábamos en cada visita. Nos metíamos a los sótanos de las casas, éramos libres, vivíamos muchas emociones, nos subíamos a los árboles, coleccionábamos ciempiés de colores, ranas, hacíamos lámparas con las luciérnagas, era una vida muy a lo Tom Sawyer; una infancia como de ensueño.
A los 7 años nos vinimos a vivir a Colombia y en Bogotá ya no pude vivir más esa libertad. Sin embargo, siempre estuve acompañada por una familia donde todos han sido artistas: Irene Vasco es mi mamá y ella escribe desde pequeña, mi abuela era cantante y tenía un programa de televisión para niños. La casa de mis abuelos estaba llena de artistas, cantantes, escritores, había muchos cuadros bellos alrededor, y todo giraba alrededor de la cultura del país. Personajes como Negret, Villamizar y Teresa Tejada enriquecían el día a día.
En fin, todo ese “sancocho” me influenció, me enseñó a ver el mundo de maneras muy distintas. Supe entonces que el arte no se dividía en artes plásticas, danza, literatura, sino que es un conjunto… Supe que la verdadera educación es un conjunto de elementos y que no está dividida, como ocurre con la educación tradicional… Descuartizar los conocimientos no sirve de nada.
Vivir la vida de esa manera es inspirador, eso da una autonomía especial… Es una sensación de emancipación donde se tiene la posibilidad ‘de ser’, de soñar, de imaginar que todo es tan posible como imposible a pesar de las reglas, reglas con las que podemos convivir de manera respetuosa, con las que podemos tener libertad y soñar.
Así saboreo mi infancia.
¿De dónde surge el álbum Así me lo contaron a mí y así te lo canto a ti?
La colección de libros María del Sol música y libros para la familia empezó con el álbum Sana que sana para que los papás leyeran con los más chiquitos. Este álbum se pensó para los momentos difíciles y junto con Dolex, de Glaxo Smith-Kline, se implementó para programas especiales en hospitales. El álbum Así me lo contaron a mí y así te lo canto a ti cierra la colección y yo quería hacer un libro que me permitiera volver a ser libre, como cuando estaba chiquita.
Yo quería hacer algo parecido a Sana que sana, pero recopilando palabras para niños más grandes. Así que me decidí: ¿Qué mejor que hacerle un homenaje a mi propia infancia, a mi mamá, a mi papá, a mi abuela, contando no sólo lo que me contaban sino lo que me cantaban? En mi memoria están relatos como La princesa y la arveja, por ejemplo. Yo quería rescatar estos recuerdos… Y bueno, mi abuela fue cantante de la primera ópera que se hizo en Colombia para niños, La Princesa y la arveja, del maestro Luis Antonio Escobar, y era un ofrenda especial para ella.
Además hice cosas que no hice en los otros libros. Durante los primeros libros de la colección mi mamá era la única que podía editar porque ella conoce ese lenguaje, porque conoce las estructuras con las que trabajaba mi abuela en los programas de televisión para niños, y siempre ha sido muy crítica con mi producción.
Por ejemplo, el álbum Con… cierto animal lo estuve escribiendo por nada más que… ¡8 años! Una y otra vez mi mamá me lo devolvía con miles de correcciones. Pero, en Así me lo contaron a mí… mi mamá fue la última persona a la que le mostré el libro. Yo quería confiar en mí, en mi instinto, así como confiaba en mí cuando estaba chiquita y me subía a los árboles y me caía desde muy alto sin importar lo duro que fuera el golpe. En este álbum quería ‘ser yo’ y mi mamá no lo vio sino hasta que estuvo prácticamente listo.
La pregunta puede ser un poco obvia, pero, ¿cómo saber si una canción es música para niños?
Mmmm… Esa es una pregunta difícil. No hay algunos factores sino miles. Las letras, las melodías, las armonías son muy importantes, pero, además, depende del contexto de la pieza musical. En la música infantil utilizas no un lenguaje sino varios códigos simbólicos a la misma vez: hay micro y metalenguajes implícitos en cada pieza. Tienes que escudriñar con lupa para ver qué hace que una canción sea infantil o no. El hecho de que sea de animales o de folclor no la hace para niños, tampoco la hace infantil porque propone un juego o una coreografía. Es la pregunta más obvia y más difícil del universo, eso pienso.
Además, la música para niños se trata de un sentir, de lo que produce en la piel; se trata de preguntarse para qué están preparados los niños y para qué no, qué les gusta y qué no. En mi caso, analizo si habla de mundos cercanos a sus mundos. Ahora, también pueden escuchar a Mozart o a Freddie Mercury, música clásica de calidad sin importar el género, porque cada referente musical y cultural enriquece, alimenta y nutre su mundo. Hay muchos factores, hay que escuchar una pieza, desglosarla y sentirla para saber si es o no para niños. Uno escucha reguetones o bachatas para niños (cada vez con más frecuencia), pero, me pregunto, ¿unas piezas infantilizadas hacen que sean un material apropiado o de calidad para niños? Una y otra vez me pregunto, ¿en qué momento las melodías, las armonías, las estructuras y lo que cuentan las letras dejan de ser para niños y pasan a ser para adolescentes o adultos?
Los niños disfrutan todo lo que uno les dé sin discriminar si es bueno o malo, por eso lo importante es la calidad, lo que debe primar es saber que se dirige a niños y que debe estar maravillosamente hecho, como si fuera una pieza para adultos.
¿Qué importancia tiene para ti estar en Maguaré?
Desde que nació Maguaré he tenido una gran cercanía con el proyecto, un amor particular para Maguaré. Es sentir que uno le aporta al país, no solo desde el trabajo cotidiano, sino desde un mundo plural e incluyente porque es digital, pero, a la vez, se hacen esfuerzos para que exista en vivo y en directo. Es como estar en una «familia chévere»’, donde la tía es una «nota», el abuelo da unos regalos buenísimos… (Risas). En Colombia no existe un gremio de creadores en la música infantil, sin embargo, los que trabajamos en ello nos queremos y nos ayudamos, y estar en Maguaré es como estar más junticos, ahí están quienes hacemos tantos esfuerzos por la primera infancia y la niñez en Colombia.
Hay un tema que me preocupa. Todos nos preocupamos por la educación (la formal), pero no nos preocupamos por lo que ocurre en los hogares, no atendemos la vida cotidiana de los niños. Tener clase de música o baile no es necesariamente acceder a la cultura. Maguaré, por su parte, me parece que ofrece una «buena tajada» de la cultura colombiana, e invita a los niños y a las familias para hacer parte de ello y disfrutar de la cultura.
Así me lo contaron a mí y así te lo canto a ti
En este álbum editado por Alfaguara se tejen múltiples historias de emperadores, gallinas, gatos y princesas. Hay cuentos, retahílas, canciones y muchos juegos de palabras en la voces de María del Sol y su grupo CantaClaro. El libro está bellamente ilustrado por Helena Melo Tovar, diseñadora gráfica, ilustradora y maestra en libros y literatura para niños y jóvenes. En cada una de las piezas sonoras que tenemos disponibles en Maguaré los padres de familia, cuidadores, agentes educativos y los niños podrán disfrutar de ilustraciones, cuentos y canciones. ¡Vamos a cantar!
– El traje nuevo del emperador.
– Antonino, Simón Bolívar y la fuente.
– Dime la letra, Dime el color.
– La señora picorina y el compadre zorro.
Saimiri le propuso a María del Sol un juego de palabras. Nuestro monito ardilla decía una palabra y María del Sol debía decir otra de manera automática sin pensar… Este fue el divertido resultado:
Canción: Historia.
Niños: Libertad.
Animales: Más historias.
Libros: Mundos.
Música: Emociones.
Sol: Pasión.
#EspaciosAdecuados
Los invitamos a participar de nuestra actividad del mes en la que pueden compartir con toda la comunidad fotografías, videos o dibujos donde los niños cuenten sobre lo que para ellos es un espacio adecuado a sus necesidades e intereses. Pregúntenles: ¿Cómo te gustaría que fuera tu cuarto? ¿Qué juego te gustaría que hubiera en el parque? ¿Cuál es tu lugar favorito? Si tuvieras la oportunidad de crear un espacio, ¿qué elementos tendría? ¿Qué juguetes, qué colores, qué ambientes?