Para crear un proyecto audiovisual infantil de calidad no hay una receta –única– que asegure el éxito. Mejor dicho, para que una serie o programa se transmita en cualquier pantalla no basta una gran idea o un gran presupuesto; el tema es más complejo y atraviesa varios actores y procesos: desde la creación y producción del proyecto, hasta la financiación, distribución y formas de consumo de éste.
Desde hace unos diez años la producción de contenidos infantiles nacionales ha aumentado de forma significativa –no solo en cantidad, también en calidad. Programas como El Show de Perico, Guillermina y Candelario, Juani & Gatón, Ana Pirata, Camusi Camusi, Crónicas Elefantiles, Emoticones, Mr. Trance, El mundo animal de Max Rodríguez, entre otros (incluyendo productos de comunidades indígenas, como el corto animado El guardián de la Sierra, del Cabildo Indígena de Kankuamo), son referentes y evidencia de la producción y calidad de los contenidos infantiles nacionales: muchos de estos programas han sido nominados a premios internacionales; varios han ganado importantes certámenes de televisión infantil mundial –compitiendo con los más grandes–; muchos se transmiten en otros países de Latinoamérica, Europa y Asia; y otros proyectos audiovisuales infantiles, como la película El libro de Lila, se han proyectado en salas de cine de Colombia y otros países.
Ahora, este panorama se debe a varios factores, en general: por un lado, el Estado ha venido apoyando proyectos audiovisuales infantiles de calidad a través de estímulos, co-producciones y convocatorias; por otro lado, la creación de franjas infantiles en canales públicos como Mi Señal, en Señal Colombia, y las franjas infantiles en Telepacífico, Teleantioquia, Telecaribe, Telecafé, Teleislas y el Canal TRO han estimulado la creación y visibilización de los proyectos. Finalmente, y más importante, el desarrollo de la industria se ha consolidado gracias a la suma de la curva de aprendizaje del sector: de los recursos disponibles para desarrollo y producción, y de pantallas de circulación diversas para los contenidos de televisión, cine y plataformas digitales; también gracias a un esfuerzo gigante de muchos creativos de contenidos infantiles que apuestan y ponen todo su empeño y tiempo en la consolidación de proyectos de calidad para los niños.
Realizadores, directores, casas productoras, animadores, documentalistas, investigadores, actores, músicos, ilustradores, guionistas, productores y muchos –muchos más– han venido produciendo contenidos audiovisuales infantiles que van más allá de «formar» o «educar» a los niños. Desde hace unos años los creativos de la industria infantil del país han diversificado sus propuestas con el objetivo de entretener a los niños con narraciones divertidas y personajes cercanos –cotidianos; también narrar historias creadas con los niños y para los niños; también incentivar la imaginación, la creatividad y proponerle a los niños retos –que interactúen con sus entornos– y lo vivan más allá de la pantalla; también crear historias universales con referentes y contextos locales: incluyendo las diversidades y problemáticas de los niños.
«Es necesario que la construcción o generación de nuevos conocimientos se logre a partir de la exploración conjunta entre niños y adultos, del aprender y del reconocer a la audiencia infantil como portador de saberes y de intereses, que están dispuestos a explorar, pero desde sus propias perspectivas», plantea el Ministerio de Cultura en el análisis de los estímulos entregados a los contenidos infantiles entre 2010 y 2015.
Con mi cuento encanto, por ejemplo, creó contenidos a partir de los relatos de niños y sus voces, con acentos y sonoridades propias de distintas regiones del país; Ana Pirata demostró que las niñas pueden vivir aventuras llenas de acción más allá de los estereotipos de género; Guillermina y Candelario son el primer proyecto audiovisual animado de Colombia donde una familia afro es la protagonista y donde la riqueza del Pacífico se evidencia entre las aventuras de sus personajes; lo mismo hace El show de Perico, abordando problemáticas de la sociedad a través de un formato lleno de humor; Camusi Camusi, por su lado, se vale de unos muñequitos de tela y el stop motion para que los niños de la primera infancia escuchen, sientan y exploren los sonidos de los instrumentos musicales… Todos estos proyectos de calidad, y muchos otros, hechos en Colombia, y muchos seleccionados para hacer parte de MaguaRED y Maguaré, narran historias sobre los intereses universales de los niños con referentes propios que promueven la valoración de nuestras identidades como colombianos; también –y esto es clave– consideran a los niños como sujetos de derechos e interlocutores válidos en el ámbito de la creación.
«Pensar, crear, diseñar y producir contenidos audiovisuales para la infancia supone una responsabilidad, cuanto menos, ética. No se trata de producir una serie de productos ya probados y repetirlos hasta el cansancio. No se trata de poner un conductor con estilo y hacerlo cantar y bailar, no se trata tampoco de poner chicos y chicas en pantalla», escribió Cielo Salviolo, fundadora de Pakapaka, el primer canal de televisión pública infantil de Argentina, en la página web de comKids.
Bien dijo Anne Wood, productora inglesa de televisión para niños, que “La televisión infantil no es un maestro; ésta satisface a los niños de otras maneras. La televisión infantil no debería justificarse en términos pedagógicos reducidos, sino justificarse en términos de un libro ilustrado hermoso: los dos tienen valores similares, la diferencia reside en que para hacer que amanezca en un libro ilustrado basta con un artista, una página, mientras que para crear el mismo efecto en la pantalla se necesita un equipo de televisión bastante caro».
En MaguaRED y Maguaré estamos convencidos de que los contenidos audiovisuales para los niños deben ser ventanas que generen nuevos conocimientos a través de la exploración conjunta del niño, sus padres, cuidadores o agentes educativos; así y solo así todos los ingredientes para crear un proyecto de televisión de calidad cumplen su objetivo: generar experiencias en el mundo «real» a través del juego, la exploración, la imaginación, la expresión y el movimiento.
Así, pues, la mejor forma de agradecer el esfuerzo de todos los creativos audiovisuales infantiles es añadir una gran porción de amor y compañía a los niños mientras ven su programa favorito antes de jugar en el parque.