Explorar y analizar el comportamiento de los niños en Internet es una tarea ardua y difícil en términos de investigación. Los contextos de cada país –sus particularidades económicas, sociales, culturales y políticas– condicionan las iniciativas académicas y las posibles propuestas para mermar los peligros a los que están expuestos los niños en línea. Europa, Asia y Estados Unidos, en general, han puesto en marcha estrategias para analizar y blindar la seguridad de los niños en Internet; lo mismo han hecho algunos países de América Latina –en igual o menor medida– y los países africanos –rezagados en la lucha contra fenómenos como el ciberacoso y los abusos sexuales producto del contacto virtual. Sea como sea, el Fondo para las Naciones Unidas para la Primera Infancia (UNICEF), desde hace unos años, ha impulsado proyectos globales que analizan el fenómeno en todas sus magnitudes para visibilizarlo; uno de esos proyectos son los recursos de conocimiento científico que contribuyen al debate mundial. Lo anterior, precisamente, es el caso del documento «La Seguridad de los niños en línea: retos y estrategias mundiales».
El documento publicado en marzo de 2012, escrito con el apoyo del Centro de Investigaciones Innocenti (IRC), el Centro para la Protección en Línea de la Infancia y Contra su Explotación (CEOP) y UNICEF, exploró a lo largo de dos capítulos el comportamiento de los niños en línea, los riesgos que ellos corren y su vulnerabilidad al daño; también documentó las medidas de protección y prevención que existen en la legislación internacional. Además de lo anterior, el documento comparte un marco estratégico para evitar que los niños caigan en peligros producidos por el acceso a Internet.
En ese sentido, «La Seguridad de los niños en línea: retos y estrategias mundiales» enfoca sus esfuerzos en el análisis y visibilización de los abusos sexuales de niños grabados en imágenes, la captación de menores de edad con fines sexuales y el ciberacoso. A través de estadísticas los investigadores evidencian la problemática: por ejemplo, que el número de imágenes de abusos sexuales infantiles en Internet asciende a millones y el número de niños filmados o fotografiados es, probablemente, de decenas de miles.
Las acciones para la disminución de aquellas cifras –y del fenómeno en general–, escribe el documento, debe ser una respuesta integral de protección que incluye al Estado, a la industria, a la preparación de los padres, maestros, profesores y demás adultos que trabajan de cerca con los niños, y, finalmente, los niños:
«Debe permitirse a los niños expresar sus opiniones sobre las formas de mitigar los riesgos; es preciso escucharlos y darles la preparación necesaria para aprovechar de manera segura los beneficios que aporta Internet. Sin embargo, no podemos sobrestimar su capacidad de protegerse a sí mismos. En última instancia, es a los adultos a quienes incumbe la responsabilidad de crear un marco que garantice a los menores de edad un acceso a Internet en condiciones de igualdad así como un entorno más seguro en línea».
UNICEF propone un marco estratégico con un enfoque multifacético para afrontar el tema; éste se divide en cuatro puntos: 1) Empoderar a los niños y promover su capacidad de resilencia; 2) Acabar la impunidad de los abusadores; 3) Reducir la disponibilidad de material nocivo procedente de Internet y el acceso a él; y 4) Promover la recuperación y rehabilitación de los niños que han resultado afectados.
El organismo es consciente de los retos que hay para mermar los riegos de los niños frente a las pantallas y la urgencia de estrategias mundiales para lograrlos. «La Seguridad de los niños en línea: retos y estrategias mundiales» es una apuesta y compromiso por el tema como un fenómeno mundial.
